Deuda soberana
Cuando llegan las elecciones, todos los
partidos presentan sus programas cual mercado de abastos. Unos ofrecen aeropuertos,
otros paradas del AVE, aunque sea en medio de un erial, mas conciertos y
festivales de verano. Lo que sea con captar la atención del incauto votante,
que sale con su cesta de la compra para ver quien le ofrece lo bueno, bonito y
barato.
En estos tiempos que corren, con la que
está cayendo sobre nosotros, los de abajo, estos mismos partidos tienen que
hilar más fino que antiguamente, debido a la crisis y que gracias a los votos
de la ciudadanía, se han esquilmado las arcas públicas, cual caladero de atunes
en el mar de Groenlandia.
Lo que no dicen, y esto tendría que ser
el primer punto de cualquier programa electoral, es que esos aeropuertos, obras
faraónicas, complejos de ocio y demás chocolate del moro hay que pagarlo. Y
eso, queridos conciudadanos, tiene que salir de nuestro bolsillo.
Pero ¿Cómo se pagan los fastos que organizan
el mal gobernante y su camarilla de secuaces? Pues como toda la vida, a base de
impuestos.
La recaudación de impuestos es un mal
con el que el contribuyente tiene que ir lidiando durante toda su vida. Está
claro que la recogida de basuras, el alcantarillado, los servicios públicos o
la seguridad ciudadana no son gratuitas, por eso se han creado los impuestos
bienes inmuebles, impuestos de sociedades, y demás elementos recaudatorios de
los que se sirven estos gobernantes para hacer frente a los pagos a los
servicios que presta a la ciudadanía.
Por otro lado, el papá estado, recibe un
buen montante de dinero de sus gobernados gracias a impuestos como el del valor
añadido, o el de de la renta de las personas físicas.
Todos tenemos que contribuir al
bienestar general y a mantener aseadas las carreteras, esto es evidente.
Lo malo es el uso que el mal gobernante
hace de todo ese dinero público aventurándose en proyectos megalómanos que al final
ni se sabe para que se hicieron, si se acabaron, ni el beneficio real que revertirá
sobre la ciudadanía.
Hace unos años, el gobierno de José Luis
Rodríguez Zapatero, diseñó el Plan E, para, según él, crear empleo y dotar a
los municipios de infraestructuras para el disfrute de vecinos y vecinas.
Estuvo bien, pero el caso es que la mayoría de esos proyectos fueron a parar a
polideportivos, piscinas y demás obras que al fin y al cabo no demandaba la
sociedad.
Ahora, con la crisis por los suelos, el
papá estado se ha quedado sin un duro y los proyectos que realmente eran
necesarios para el pueblo, se han quedado estancados en el cajón de algún concejal.
Pues todo esto hay que pagarlo. Es lo
que se llama deuda viva de las administraciones públicas.
El montante total, a 31-12-12 , del
ayuntamiento de Tavernes Blanques ascendía a 3174000 euros, eso es, más de tres
millones de euros, o lo que es lo mismo, 340,01 euros por vecino y vecina del
pueblo (Población de 9335 habitantes a 31-12-12).
Esta cantidad, que puede parecer
modesta, la tendría que poner cada ciudadano de Tavernes, aparte de los pagos
que realiza por el IBI, IVA, IRPF y demás impuestos que, como contribuyente,
pagamos a diario. Porque esta deuda es lo que le falta a la administración
local después de recaudar.
Pero no solo eso, la diputación de
Valencia también debe 364.568.000 euros, lo que da una deuda de 141,21 euros
más.
Las comunidades autónomas también tienen
su propia deuda, en el caso del País Valenciano, la broma asciende a 29.037.000.000
o lo que es lo mismo 5661,35 euros.
Y ya nos acercamos al final: Papá
Estado.
El Estado Español tiene una deuda
astronómica, debido a los desmanes producidos durante tantos años por los
diferentes gobiernos del España va bien. Aquí se gasta como si no hubiese
mañana, total, si se puede se paga y si no, miramos para otro lado. Pues bien
la deuda del Estado Español a fecha del primer trimestre del presente año es de
922.828.000.000 euros, ya debemos más de lo que ingresamos, mal asunto este.
Total a pagar: 19.758,95 euros. Con lo cual, cada vecino o vecina de Tavernes
Blanques “debe” 25.901,52 euros, casi nada.
A esto habría que sumarle las deudas de
las empresas públicas de los diferentes entes administrativos, pero ya nos
adentraríamos en un maremagnun de cifras que nos pondrían la piel de gallina.
Con todo ello, querido lector o lectora,
tenga en cuenta las promesas electorales, porque al final, lo pagará usted.
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