Malditos Bastardos

Malditos Bastardos

Esta semana se han producido dos noticias que me han enfurecido enormemente.

En Granada, José Miguel Domingo se ha suicidado momentos antes de que las autoridades judiciales fueran a su casa para proceder a embargársela. No es el primer desaucio que se produce en España en lo que va de año, se producen unos 400 al día, pero si es la punta del iceberg de lo que a mi modo de parecer es una de las mayores injusticias que se están realizando en nuestro país desde el inicio de esta crisis, que ahora sí, nos está matando a “los de abajo”, como siempre.

El último acto de don José Miguel, es una salida a la desesperación. Una desesperación que están sufriendo miles de personas a cuenta de una crisis que no han provocado ellos.

Este hecho pone de manifiesto que los intereses de los dos grandes partidos (PPSOE) ha sido, es y será la banca y sus hienas, que prefieren humillar, deshauciar y condenar a la miseria a las personas, antes de perder ellos un mísero céntimo.

El rescate a la banca, para tapar sus chanchullos, supuso una inyección de 60000 millones de euros, pues, en palabras del ministro De Guindos, si cae la banca, caemos todos.

Pues no estoy de acuerdo, señor ministro.

Creo que antes de pensar en, lo que al fin al cabo son, empresas, habría que pensar un poquito en los seres humanos, ya que gracias a nosotros, los que estamos sufriendo los recortes y la austeridad, es posible realizar todas las obras y todas las acciones que se hacen en España, y sin nosotros, los de abajo, si que caemos todos.

Estoy harto ya de que nos cuenten que debemos responder ante Europa y los mercados. ¡Basta ya! Si no nos han preguntado como vamos a opinar. Que les den por saco a los bancos y al capital. Lo que hay que proteger es a las familias, pues en el último borómetro de la EPA, ya hay un 25% de paro en este país. Lamentable, haber si se enteran de una puñetera vez.

Ustedes que les gusta tanto el capitalismo, les voy a dar una lección gratuita de economía:

Tras el crash del 29, en Estados Unidos, un grupo de economistas anunciaron que lo mejor para salir de la crisis era fomentar el consumo, bajando los impuestos y facilitando el flujo de capital, para reactivar la economía. Entre esos economitas estaba John Maynard Keynes, padre del neoliberalismo moderno. Ya que les gusta tanto el liberalismo, lean un poco a Keynes.

Respecto a los deshaucios, no podemos seguir con una ley hipotecaria de 1909, que fue creada únicamente para dar beneficios a la banca y a su casta dominante. Es hora ya de renovar esta ley y poner al ciudadano en el centro para que no se produzcan todas las tropelías que se están cometiendo actualmente. Crear la figura de la dación en pago, proponer moratorias a las personas que se hayan quedado sin trabajo o proponer el alquiler social, así no pierde nadie, ni los desauciados ni los bancos.

Y con los inmuebles embargados a entidades que hayan recubido algún tipo de ayuda del dichoso rescate, obligarles a que creen un parque de viviendas en alguiler social, para paliar los dramas que ellos han creado.

Ya que según nuestros gobernantes dicen que todas las medidas lesivas de recortes que están aplicando a la ciudadanía son, según ellos, para reactivar la economía, cojamos al toro por los cuernos y hagamos reformas de verdad en las que todos nos sintamos protegidos. Y si tiene que caer algún banco que, por su mala praxis, hayan llegado a esa situación, pues dejemos que caiga, que no se va a acabar el mundo.

Con respecto a los recortes, ya está bien de tomarnos el pelo, si no ven, o no quieren ver lo que está pasando en su país, con manifestaciones de la gente en las plazas de toda España, no vayan luego sacando pecho por su país ni intenten tirar la mierda debajo de la alfombra con tonterías oportunistas como la de Artur Mas, con la ruptura de España, y miren mas a la calle, que lo que realmente rompe España es el paro, los deshaucios y la pobreza en la que nos están sumiendo. Y si no son capaces de paliarlo, convoquen elecciones y que salgan otros que si puedan. Ya está bien de aferrarse a la poltrona y de mirar para otro lado.