Se está hablando actualmente de la
necesidad de un frente común que pueda plantar cara al Partido Popular y a sus
políticas antisociales.
Desde todos los ámbitos se nos recuerda
que la izquierda siempre está dividida, que por eso nunca va a haber una fuerza
creíble que desbanque a la derecha. Una izquierda que sea capaz de ser
alternativa al poder establecido y que sepa dirigir el clamor de la calle hacia
los estamentos públicos para que sean tenidos en cuenta.
Pero yo no pienso que la izquierda no
sepa trabajar junta. Es que la izquierda, a diferencia de lo que pasa con la
derecha, no es un movimiento estático, enclaustrado en 4 paredes. La izquierda
es, y debe ser, dinámica, transformadora, adaptable a los tiempos. Y debe estar
actualizada a cada momento histórico.
En España, desde siempre ha habido
voluntad de reunir todas las izquierdas. Ya en 1935, se unieron todas las izquierdas
(Comunistas, socialistas, anarquistas y otros sectores de izquierdas de la
sociedad) en torno a lo que se llamó Frente Popular, para plantar cara a la
derecha reaccionaria que se estaba imponiendo en España. Este Frente Popular,
consiguió ser la opción más votada en las elecciones de 1936, llevando los
intereses de la clase obrera a las más altas instituciones del Estado. Pero
como siempre, las fuerzas reaccionarias se encargaron de hundir este clamor
popular con una guerra civil y cuarenta años de dictadura fascista.
Cuando falleció el dictador, las fuerzas
reaccionarias fueron las encargadas de conducir a España a la transición
democrática. Transición hipócrita, ya que ellas fueron las que pusieron todas
las condiciones y las fuerzas de izquierdas tuvieron que aceptar. Son los
famosos pactos de la Moncloa, donde una parte de la izquierda traicionó sus
principios en pos de la concordia nacional.
En 1977, el presidente del Movimiento,
Adolfo Suarez, legalizó el Partido Comunista de España, un acto de propaganda más
que de regeneración democrática. Con todo, el PCE debía ser llamado a ser la
opción de izquierda auténtica que llevase la senda de la regeneración
democrática, ya que el PSOE había renunciado, en el Congreso de Suresnes, al
Marxismo-Leninismo, convirtiéndose así en un partido socialdemócrata.
Con todo, el PCE logró unos buenos
resultados en las Elecciones Generales de 1977 y 1979, pero como siempre, no
llegó a todo el electorado potencial de izquierdas, que dio su apoyo
mayoritario al PSOE de Felipe González.
Así las cosas, en España nos creíamos
que de la noche a la mañana habíamos dejado la oscuridad del franquismo y nos habríamos
paso hacia el primer mundo y la élite de occidente.
Entre 1979 y 1982, España se embarcó en
proyectos que se vendieron como beneficiosos para la ciudadanía como fueron el
ingreso en la CEE y la OTAN.
Desde la izquierda, que nunca ha sido
partidaria de las posiciones belicistas que planteaba el ingreso en la OTAN y
que nunca se creyó que la CEE fuese a ser el cuerno de la abundancia que todo
lo llena, se posicionó frontalmente a estos ingresos y muy especialmente al
ingreso de España en la OTAN, ya que eso suponía ser un títere de los EEUU y
ser la puerta al imperialismo belicista de los Estados Unidos.
Con este nuevo panorama geopolítico que
se avecinaba, el PCE y otras fuerzas políticas, al calor de las movilizaciones
en contra de la pertenencia de España a la OTAN, fundaron la plataforma de la Izquierda
Unida, plataforma que abogó por el NO en el referéndum de 1986 sobre la
permanencia de España en la OTAN. Ganó el SI.
Pasado este referéndum, se reunieron en
Madrid el Partido Comunista de España (PCE), el Partit Socialista Unificat de
Catalunya (PSUC), el Partido de Acción Socialista (PASOC), Izquierda
Republicana (IR), Federación Progresista (FP), el Partido Humanista y el
Partido Carlista, para una primera toma de contacto para lo que posteriormente
sería la fundación de Izquierda Unida.
A estos partidos se les unirían, para
fundar Izquierda Unida, el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE) y
el Colectivo de Unidad de los Trabajadores-Bloque Andaluz de Izquierdas (CUT-BAI),
así como independientes, con lo que por segunda vez en la historia reciente de
España fue posible la confluencia de diferentes fuerzas políticas para crear la
Organización político-social que es Izquierda Unida.
Durante estos casi 30 años de historia
de Izquierda Unida, se han adherido otros partidos políticos y movimientos
sociales, otros partidos se fueros o desaparecieron, pero en el ADN de la
Organización siempre ha estado la intención de confluir y las puertas siempre
han estado abiertas a todas las gentes que se han querido acercar.
La confluencia en estos años siempre ha
sido desde igual a igual, sin protagonismos ni imposiciones, todo el que ha
querido formar parte de Izquierda Unida ha formado parte de Izquierda Unida.
Por lo que la unidad popular no es una expresión que nos resulte extraña.
Izquierda Unida desde 1986 ha tenido
representación parlamentaria, con sus altibajos llegando a los 21 diputados y
diputadas de las Legislatura 1996-2000 con Julio Anguita como portavoz
parlamentario.
Pero nunca ha sido un camino de rosas.
Izquierda Unida ha sido torpedeada por los poderes fácticos del Estado desde su
nacimiento, y en este punto también hay que recordar que también ha habido torpedos
dentro de la organización.
En las Generales de 2011, ya con Cayo
Lara como Coordinador General, Izquierda Unida obtuvo 8 diputados y diputadas
que, junto con los 2 de Iniciativa per Catalunya-Verds y con el diputado de la
Chunta Aragonesista formaron el grupo de la Izquierda Plural.
Pero los tiempos han cambiado. Los
tiempos en política cambian rápidamente y tras la crisis capitalista originada
en 2008 y el surgimiento de movimientos como el 15M, la vieja concepción de la
política se ha visto hecha añicos.
En estos años de crisis, muchas
plataformas unitarias se han creado por todos los rincones del Estado, dando
respuesta a la demanda popular de romper con el orden establecido. Ejemplos
como Anova en Galicia NaBai en Navarra y otros dan ejemplo de ello.
Pero ha sido el surgimiento de PODEMOS,
partido nacido al calor del 15M quien ha capitalizado mejor que nadie este
descontento popular. No voy a entrar en valorar a PODEMOS, no en este escrito,
pero es innegable que sí que han sabido rentabilizar su nacimiento.
Desde las pasadas elecciones europeas,
el panorama político español ha cambiado radicalmente. Des viejo bipartidismo
(Queda mucho aun por hacer) ha nacido un nuevo abanico de opciones políticas
que pretenden quitar la hegemonía de los dos grandes. Desde la Izquierda
PODEMOS, EQUO o Bildu y desde la derecha Ciudadanos, VOX o UPyD, aunque bien es
cierto que la derecha, a excepción de Ciudadanos no ha conseguido dar una
imagen sensata a su electorado.
En las últimas elecciones municipales y
autonómicas, la configuración representativa de los diferentes ayuntamientos
han dado paso a estos nuevos partidos. Si bien PODEMOS no se presentaba como
tal, si han creado diversas agrupaciones de electores que han llevado sus
postulados a entrar en las instituciones.
Otra variante que ha tomado fuerza, y de
las que ya he hablado en el presente escrito han sido las agrupaciones de
unidad popular, y esto ha hecho que Ahora Madrid, Barcelona en Comú y las
Mareas Gallegas (Marea Atlántica, Marea de Vigo y Marea de Pontevedra) sean más
que probables que formen gobierno en sus respectivas ciudades.
El mensaje que no da esto, es que allí
donde han confluido las fuerzas políticas y sociales, la ciudadanía ha
respondido de buen grado a sus postulados y las han llevado a los órganos de
poder. Por eso desde Izquierda Unida debemos plantearnos muy en serio si en
hora de refundar nuevamente Izquierda Unida, si es hora de olvidarse de siglas
y personalismos e ir en la dirección que nos lleva la marea hacia otra
coalición de izquierdas que haga tambalearse al sistema preestablecido y llevar
a cabo otras políticas.
En mi opinión, pienso que es necesaria
la confluencia con otras Organizaciones para revertir el actual estado de las
cosas, pero siempre, y esto tiene que ser cuestión innegociable, desde el
respeto a las Organizaciones, desde la humildad, desde la solidaridad, desde la
igualdad y nunca imponiendo nuestros criterios ni que se nos impongan los
criterios de otros. Solo así seremos una opción creíble e ilusionante para la
ciudadanía que, al fin y al cabo es a la que nos debemos.